martes, 15 de mayo de 2018

La salida del acuerdo nuclear con Irán profundiza la brecha entre EEUU y Europa


Al abandonar el acuerdo nuclear con Irán, Donald Trump no solo rompió puentes con Teherán, también se alejó de Bruselas. La brecha en las relaciones transatlánticas es cada vez más profunda: Estados Unidos y la Unión Europea no atraviesan su mejor momento. Antes de que el presidente de Estados Unidos hiciera pública su decisión, las principales potencias europeas desfilaron para pedirle que reconsiderara su posición. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, la canciller alemana Angela Merkel y el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, visitaron Washington con ese objetivo. No tuvieron éxito.

Ahora, el desencuentro entre la UE y EEUU no es solo diplomático, sino también político y -potencialmente- económico, y se suma a una serie de desacuerdos que tensaron desde la llegada de Trump la estrecha relación entre Estados Unidos y la Unión Europea. La retirada del acuerdo del clima de París; la salida de EEUU del acuerdo nuclear con Irán, y el traslado de la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén, son algunos de los graves puntos que aumentan fuertemente las tensiones entre Europa, el Medio Oriente y EEUU. La política exterior estadounidense va contra la política exterior europea y contra los intereses europeos. Pero las diferencias entre Estados Unidos y la UE en torno a la cuestión iraní son más profundas que en casos anteriores.

¿Puede Europa salvar el acuerdo nuclear con Irán tras la salida de EE.UU.?Pese a tratarse de una decisión unilateral, las sanciones de Estados Unidos ponen presión para que el resto de firmantes del acuerdo lo abandonen. El mensaje de EEUU es claro: "nosotros no queremos seguir en el acuerdo y no queremos que ustedes se mantengan en él". Sin embargo, Francia, Reino Unido y Alemania aseguraron que el acuerdo nuclear se mantendrá pese a la salida de Estados Unidos. Por eso el consejero de la Casa Blanca en materia de Seguridad Nacional John Bolton, aumentó la presión al señalar que las empresas europeas podrían ser sancionadas de seguir con el acuerdo con Irán.

Ante esta perspectiva, ¿qué opciones tienen los países europeos para mantener su autonomía frente a quien desde la II Guerra Mundial fue uno de sus principales aliados? ¿Se mantendrá unida Europa? Hasta la fecha, la respuesta de la UE ha sido contundente: el acuerdo con Irán continúa en pie, aunque Washington se haya retirado de él. Sin embargo, la división de la UE a la hora de enfrentarse a anteriores crisis transatlánticas plantea dudas sobre cuánto tiempo será capaz Europa de conservar una postura unida. Uno de los ejemplos más recientes en ese sentido fue la fragmentación del bloque ante la invasión de Irak en 2003, cuando países como España o Reino Unido apoyaron a Estados Unidos.

Desde el punto de vista del gobierno estadounidense, la ruptura del acuerdo -calificado de "podrido" y "defectuoso" por Trump- cumple una promesa electoral del presidente, profundiza en su línea de decisiones unilaterales y desmonta uno de los legados de Barack Obama en materia de política exterior. Las voces críticas sobre las consecuencias que puede tener esta medida también resuenan al interior de EEUU. La decisión de abandonar el acuerdo nuclear con Irán aísla a EEUU, incumple un compromiso del país, aumenta el riesgo de una guerra comercial con los aliados de EEUU y de una guerra real con Irán. Y más allá de las gravisimas tensiones diplomática y política, la crisis transatlántica abierta tras la ruptura del acuerdo también tiene consecuencias económicas.

El acuerdo iraní fue presentado en 2015 como uno de los grandes éxitos de la política exterior común europea. Y por el momento -y ante una situación menos tensa que la de los meses previos a la invasión de Irak- el grupo europeo fue capaz de mantenerse unido. Antes de la imposición de las sanciones a Irán en 2012, la UE era su mayor socio comercial. Pese a un retroceso en aquel año, las relaciones económicas entre ambos bloques aumentaron de nuevo tras el acuerdo de 2015. En 2017, la UE exportó a Irán bienes por valor de US$12,9 miles de millones. Las importaciones alcanzaron los US$11,9 miles de millones. Estas cifras suponen un 0,6% del comercio total de la UE y un 6% del iraní. Pese a que estas cifras se duplicaron respecto a las de 2016, el impacto del acuerdo nuclear de 2015 no tuvo las consecuencias previstas en términos de inversión e intercambio comercial.

La decisión de mantener el acuerdo con Irán pese a la retirada de EEUU en lo fundamental no se trata de intereses económicos, sino de promover una idea determinada de la seguridad internacional y una visión concreta de cómo debería ser el orden mundial desde un punto de vista más multilateral y donde se respeten los compromisos adquiridos. Meses antes del anuncio de Trump, el Crisis Group -un centro de estudios con sede en Bruselas- realizó una encuesta entre ejecutivos de multinacionales que están buscando oportunidades de negocio en Irán. La mayoría de ellos -83%- se mostraba desconfiado ante la posibilidad de que EEUU volviera a imponer sanciones unilaterales y 79% había retrasado sus planes de entrar en el mercado iraní. No obstante, numerosas empresas europeas con intereses en Irán temen ahora tener que enfrentarse a un dilema: mantener -o iniciar- su apuesta por el mercado de ese país o arriesgarse a sufrir sanciones y, quizá, perder el mercado real estadounidense.



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