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viernes, 16 de febrero de 2024

Crisis de 2007. La Gran Estafa del capitalismo financiero


Diego Fusaro, Geoestrategia

A pesar de la crisis sísmica de 2007, persiste una pregunta que probablemente siga sin obtener respuesta. Colin Crouch la condensó en el título de su ensayo de 2011, The Strange Non-Death of Neoliberalism (La extraña No-Muerte del neoliberalismo, Ed. esp. 2012): ¿por qué el neoliberalismo ha resurgido fortalecido de la crisis de 2007, de la que en realidad habría cabido esperar que, cuando menos, saliera debilitado?

Una respuesta plausible podría ser la siguiente: las élites turbofinancieras lograron que la crisis, de la que eran principales (si no exclusivos) responsables, pareciera causada por las ineficiencias del sector público y por la Deuda de los Estados. Sobre esta base, manipulando hábilmente el consenso de la opinión pública mediante el trabajo siempre celoso ejecutado por el clero intelectual, las mencionadas élites han conseguido hacer que el propio Estado -y, por tanto, lo Público– pague la crisis: es decir, “generosamente” se la han hecho pagar a los asalariados y a los pensionistas, como si realmente ellos hubieran sido los responsables del fracaso del sistema financiero.

jueves, 15 de febrero de 2024

Cinco bancos de Wall Street poseen 223 billones en derivados financieros, el 83% del total


La Comisión de Investigación de la Crisis Financiera (FCIC, por sus siglas en inglés) identificó los derivados como un factor que contribuyó significativamente a la crisis financiera de 2007-2010 en Estados Unidos, haciendo hincapié en la naturaleza no regulada y oculta de millones de contratos de derivados entre las principales instituciones financieras que aumentaron la incertidumbre y el pánico.

Pese a las promesas de la legislación de reforma financiera Dodd-Frank de 2010 para frenar los riesgos asociados a los derivados, datos recientes de la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC) revelan que cinco grandes holdings bancarios, entre ellos JPMorgan Chase, Bank of America y Goldman Sachs, han dominado el mercado de derivados, con el 83% de los 268 billones de dólares en derivados de todos los bancos estadounidenses al 30 de septiembre de 2023.

Especialmente preocupante es su control sobre el 96% de los derivados de crédito de alto riesgo, por un total de 5,8 billones de dólares. La inyección secreta de la Reserva Federal de 16 billones de dólares en préstamos a tipos inferiores a los del mercado durante el periodo 2007-2010 tenía en parte por objeto estabilizar a los bancos debido al contagio de sus posiciones concentradas en derivados. Para evitar que se repita, los reguladores bancarios federales han propuesto normas de capital más estrictas para 37 bancos dedicados a los derivados y a las operaciones de alto riesgo, lo que ha provocado una fuerte oposición de los megabancos de Wall Street, que ahora presionan contra estas medidas.

La historia de los desastres relacionados con los derivados, como el impacto de Merrill Lynch en el condado de Orange, la quiebra de Lehman Brothers y el colapso de AIG en 2008, subraya los peligros potenciales de las irresponsables burbujas especulativas.


domingo, 28 de enero de 2024

La crisis de los Bancos Centrales occidentales

Katehon, Geopolitika

Mientras Occidente sigue hundiéndose en una crisis estructural imparable, se plantean interrogantes sobre el papel que desempeñan los bancos centrales en los países liberal-democráticos.

Suenan las alarmas en Occidente: sus bancos centrales no son capaces de resolver los problemas económicos actuales. Es más, ya no se espera de ellos que resuelvan problemas que otros actores pueden resolver mejor. Los analistas y planificadores piden cada vez más a los bancos centrales y a sus gobernadores que se centren en tres objetivos: estabilidad de precios, estabilidad financiera y estabilidad macroeconómica. Y alcanzar estos tres objetivos es difícil.

martes, 11 de abril de 2023

¿Crisis financiera a cámara lenta?

Cédric Durand, El Salto

La hegemonía financiera murió por primera vez en la crisis de 2008. Desencadenada por el sobreendeudamiento de los prestatarios pobres estadounidenses, el cataclismo demostró que las promesas hechas en la increíble complejidad de los productos financieros no eran más que fantasías insostenibles, totalmente desconectadas de la capacidad real de nuestras economías para producir riqueza. Como si, dicho con las palabras de Karl Marx, el dinero pudiera «producir intereses del mismo modo que está en la naturaleza del peral producir peras».

La reacción en cadena que siguió a la quiebra de Lehman Brothers puso fin al mito de la autorregulación de los mercados financieros. Incapaz de sostenerse a sí mismo, el sector financiero tuvo que abandonar su pretensión de ser la instancia totalizadora de la vida económica, el lugar donde las preferencias y los recursos presentes y futuros se ajustarían armoniosamente. Sin embargo, el sector financiero ha seguido ocupando hasta el día de hoy la cima de la jerarquía de nuestra organización social. En los estertores de la gran recesión, en medio de las turbulencias de la crisis de la Eurozona o durante la pandemia de la covid-19, los poderes públicos no han dejado de dar prioridad a la estabilidad financiera. Sólo un ejemplo: en 2020 y 2021, para evitar que los efectos de los confinamientos sobre la actividad económica provocasen otro colapso, el Banco Central Europeo (BCE) prácticamente duplicó su balance de situación, proporcionando liquidez y recomprando títulos por un importe total de 4 billones de euros, es decir, alrededor de un tercio del PIB de la Eurozona, cifra equivalente a 12.000 euros por habitante de la misma.

jueves, 23 de marzo de 2023

Por qué la crisis bancaria no ha terminado

Michael Hudson, Global Research

Las quiebras de Silvergate, Silicon Valley Bank, Signature Bank y las insolvencias bancarias relacionadas son mucho más graves que la de 2008-2009. El problema entonces eran los bancos deshonestos que concedían malos préstamos hipotecarios. Los deudores no podían pagar y estaban en mora, y resultó que los bienes inmuebles que habían pignorado como garantía estaban fraudulentamente sobrevalorados, hipotecas basura "mark-to-fantasy" realizadas mediante valoraciones falsas del precio real de mercado de la propiedad y de los ingresos del prestatario. Los bancos vendieron estos préstamos a compradores institucionales como fondos de pensiones, cajas de ahorros alemanas y otros compradores crédulos que habían bebido el Kool Aid neoliberal de Alan Greenspan, creyendo que los bancos no les engañarían.

Las inversiones del Silicon Valley Bank (SVB) no tenían ese riesgo de impago. El Tesoro siempre puede pagar, simplemente imprimiendo dinero, y las hipotecas prime a largo plazo cuyos paquetes compró SVP también eran solventes. El problema es el propio sistema financiero, o más bien, el rincón en el que la Fed post-Obama ha situado al sistema bancario. No puede salir de sus 13 años de Quantitative Easing sin revertir la inflación del precio de los activos y hacer que los bonos, las acciones y los bienes inmuebles bajen su valor de mercado.

En pocas palabras, resolver la crisis de iliquidez de 2009 que salvó a los bancos de perder dinero (a costa de cargar a la economía con enormes deudas), allanó el camino para la crisis de iliquidez profundamente sistémica que apenas ahora se está haciendo evidente.

miércoles, 22 de marzo de 2023

La quiebra del banco de Silicon Valley pone a prueba a los bancos centrales

Martine Orange, Mediapart

La mayor quiebra bancaria de EEUU desde 2008 marca el principio del fin de una década de dinero gratis. Al subir los tipos, los bancos se quedan con reservas devaluadas. Y los reguladores hicieron la vista gorda. La Reserva Federal (FED) se enfrenta ahora a un dilema: continuar su lucha contra la inflación subiendo los tipos, o aflojar para no desestabilizar demasiado el sistema bancario.

Un banco que quiebra en pocos días, las autoridades reguladoras obligadas a intervenir a toda prisa para apagar el incendio, miles de millones que se esfuman en un abrir y cerrar de ojos, el gobierno lanzando llamamientos a la calma... Esto me trae algunos recuerdos. Desde el 9 de marzo, los fantasmas de la quiebra de Lehman Brothers y de la llamada crisis de las hipotecas de alto riesgo han vuelto a acechar al mundo financiero.

El colapso del Silicon Valley Bank (SVB), la mayor quiebra bancaria desde 2008, desató una ola de pánico en Wall Street. Temiendo un posible contagio, todos los operadores liquidaron sus posiciones bancarias: en pocas horas, las acciones de algunos bancos cayeron un 30, un 40 y a veces incluso más de un 50%. Unos 60.000 millones de dólares de capitalización bursátil se esfumaron en un solo día.

martes, 24 de marzo de 2020

¿Es peor esta crisis que la de 2008?

Si la última crisis económica global fue un ataque al corazón, esta podría hacer que todo el cuerpo enfermase gravemente


Adam Tooze, ctxt

En mayo de 2018, el presidente Donald Trump reestructuró y redujo la unidad de preparación ante pandemias. Por supuesto, visto en retrospectiva parece una mala decisión. Sin embargo, no era el primer presidente en hacerlo. La unidad de seguridad sanitaria global del Consejo de Seguridad Nacional (o NSC) de Estados Unidos se fundó con Bill Clinton en 1998. Posteriormente, George W. Bush primero y Barack Obama después eliminaron esta unidad, que fue restablecida en poco tiempo. El hecho es que las administraciones públicas nunca han sabido cómo lidiar con riesgos biomédicos de baja probabilidad y graves consecuencias, como son las pandemias; pues se sientan torpemente en los búnkeres habituales del gobierno moderno y de los modelos de evaluación de riesgos.

Si esto es cierto para el NSC, lo es más aún para los encargados de la política económica. Entre los riesgos discutidos en los círculos de política económica, nunca se ha considerado seriamente un cerrojo de las economías nacionales debido a una emergencia de salud pública. Por supuesto, se ha hablado de “contagio” en las crisis financieras, pero se hablaba de manera metafórica, y no literalmente.

En 2008 vimos cómo la incertidumbre financiera que se extendía debido a la recesión del sector inmobiliario (a modo de “subprime” para financiar los mercados, y de ahí para equilibrar los balances de los principales bancos) amenazaba con provocar un infarto a la economía. Fue este shock financiero masivo, sumado a los daños sufridos por los hogares debido a la crisis inmobiliaria, lo que provocó que la actividad económica se contrajese. En su peor momento, durante el invierno de 2008-2009, se perdieron 750.000 puestos de trabajo al mes: un total de 8,7 millones a lo largo de toda la recesión. Enormes compañías industriales, como GM y Chrysler, trastabillaron al borde de la bancarrota. Para la economía mundial, esto desató la desaceleración más grande nunca vista en el comercio internacional. Gracias a la intervención masiva en la política monetaria y fiscal, en Estados Unidos se consiguió que no llegase a ser una recesión prolongada y profunda. Después de una pérdida del 4,2% del producto interior bruto, la recuperación comenzó en la segunda mitad del 2009. El desempleo alcanzó su cota máxima, 10%, en octubre de 2009.

miércoles, 11 de marzo de 2020

La crisis se anunciaba antes del coronavirus


Alejandro Nadal, La Jornada

Los ciclos y crisis en el capitalismo pueden suceder de manera irregular. Esto es parte del movimiento anómalo de una economía que es intrínsecamente inestable. La gran crisis de 2008 fue resultado de ese tipo de procesos. Y para sacar a flote a una economía que ha caído en el desequilibrio se necesita inyectarle liquidez en buenas cantidades. Por ejemplo, las medidas de política de flexibilidad monetaria aplicadas por la Reserva Federal se hicieron sentir antes de la crisis y sus efectos especulativos comenzaron a difundirse por toda la economía desde 2009-2010. Cantidades astronómicas pasaron a fondos de pensión y departamentos de tesorería de grandes corporaciones, en donde sirvieron para aceitar la especulación a escala mundial. Pero lo que sí no hicieron fue promover la inversión y el empleo.

El proceso de recuperación ha sido muy publicitado, pero la realidad es que si por recuperación se entiende un periodo más o menos prolongado de crecimiento, pues eso sí se ha manifestado. Pero, otro lado, si ese crecimiento ha sido muy lento y la creación de empleos ha sido débil, entonces la recuperación puede caracterizarse como una larga recesión. Aun antes de que se desatara esta gran recesión, era evidente que los esquemas de flexibilidad cuantitativa en materia de política monetaria no estaban funcionando como fomento de la economía real. Lo único que habían logrado era promover la recompra de acciones, las operaciones de carry trade, en la que las grandes corporaciones llevaron la especulación a todos los confines de la tierra, en territorios en los que prevalecían menores rendimientos.

lunes, 20 de enero de 2020

Empiezan los 20, ¿los “terribles 20”? (la crisis de larga duración del siglo XX-XXI)


Andrés Piqueras, Público

Las crisis, convertidas en recesiones o incluso en depresiones, han existido continua y periódicamente desde el inicio del capitalismo. El estadounidense National Bureau of Economic Research recoge 33 de ellas sólo desde 1854, una media de 2 por década, no habiendo habido nunca un periodo sin crisis por más de 11 años. Alguien que no fuera un economista –como diría Marx- debería deducir que el capitalismo contiene alguna característica intrínseca que le conduce a ello. Las crisis tienen una variada gama de manifestaciones externas (de sub-consumo, financieras, por desajustes macroeconómicos o conmociones originadas por la propia competencia…), las mismas que sirven para elaborar explicaciones causales superficiales cuando no erróneas. En realidad, las crisis estructurales del capitalismo parten de un común denominador, que es el que importa y que se niega a entender la ciencia económica reinante: la caída del valor. El valor es la sangre que recorre el cuerpo del sistema capitalista, y está entrañado en el tiempo socialmente necesario que tardan en producirse unas u otras mercancías. La automatización de los procesos productivos no sólo ha ido desechando seres humanos de los mismos, condenándolos a un desempleo crónico o a un empleo cada vez más precario (que es a menudo también una forma de desempleo camuflado), sino que va reduciendo el tiempo necesario de producción y con ello el valor (“la sangre” del sistema). En consecuencia, el sistema se va gangrenando. Pero lejos de intentar alguna cura, hoy asistimos a su loca huida hacia adelante (algo así como si a quien le diagnostican un mal grave decidiese irse de copas y comilonas todos los días).

miércoles, 15 de enero de 2020

Sonámbulos caminando hacia la crisis


Alejandro Nadal, La Jornada

La tragedia de Casandra, la hija del rey Príamo y Hécuba de Troya, no fue haber sido asesinada. Su verdadera maldición fue que, a pesar de tener el don de la profecía, ella estaba condenada a ser ignorada y, por tanto, nadie creía sus presagios. Cuando los griegos tendieron la trampa del caballo de Troya, ella fue la única que advirtió sobre el ardid y nadie le hizo caso.

El mundo parece hoy estar lleno de Casandras, que alertan sobre la inminencia de la próxima crisis del capitalismo global. A fuerza de escuchar tanta advertencia, la credibilidad se esfuma rápidamente. Tal parece que la maldición de Casandra renace todos los días.

La realidad es que las amonestaciones sobre la llegada de una nueva crisis no provienen de un don mágico de algunos expertos economistas. Esas advertencias están bien cimentadas en datos duros y en un análisis riguroso de experiencias pasadas. Si las advertencias caen en oídos sordos, eso se debe al trabajo de los medios de información y a la necedad de los economistas ortodoxos que siguen recomendando más austeridad y más libertad para el mercado para superar y hasta evitar la llegada de una nueva crisis.

martes, 14 de enero de 2020

Paul Krugman: "El legado de la austeridad destructiva"


Paul Krugman, New York Times

Hace una década, el mundo vivía las secuelas de la peor crisis económica desde la década de 1930. Los mercados financieros se habían estabilizado, pero la economía real todavía estaba en una aguda recesión, con más de 40 millones de trabajadores europeos y norteamericanos desempleados.

Afortunadamente, los economistas habían aprendido mucho de la experiencia de la Gran Depresión. En particular, sabían que la austeridad fiscal (recortar el gasto público en un intento de equilibrar el déficit público) es una muy mala política en una economía deprimida.

Desafortunadamente, los formuladores de políticas a ambos lados del Atlántico pasaron la primera mitad de la década de 2010 haciendo exactamente lo que la teoría y la historia les dijeron que no hicieran. Y este giro equivocado en la política arrojó una larga sombra, económica y políticamente. En particular, la obsesión por el déficit de 2010-2015 ayudó a preparar el escenario para la actual crisis de la democracia.

¿Por qué la austeridad en una economía deprimida es una mala idea? Porque una economía no es como un hogar, cuyos ingresos y gastos son cosas separadas. En la economía en general, mis gastos son sus ingresos y sus gastos son mis ingresos. ¿Qué sucede si todos intentan reducir el gasto al mismo tiempo, como fue el caso después de la crisis financiera? Los ingresos de todos caen. Por lo tanto, para evitar una depresión, es necesario que alguien, es decir, el gobierno, mantenga o, mejor aún, aumente el gasto mientras todos los demás están recortando. Y en 2009, la mayoría de los gobiernos participaron en al menos un poco de estímulo fiscal.

martes, 10 de diciembre de 2019

¿Cómo lidiar con la próxima crisis financiera? Islandia tiene varias lecciones que ofrecer


Han pasado diez años desde la recesión mundial, y la oportunidad perfecta para repensar y reevaluar la crisis con el beneficio del tiempo. Gran parte del enfoque hasta ahora se ha centrado en los fracasos económicos o políticos, con la cuestión de la responsabilidad excluida de la discusión. En marcado contraste con los llamados de base para castigar a los responsables, los líderes políticos no estaban demasiado preocupados con la responsabilidad, dejando a los banqueros sin castigo. Eso fue un error. Para dar solo un ejemplo, en los EEUU y el Reino Unido, esta impunidad posterior a la crisis, junto con otros factores políticos, ha tenido efectos nocivos en la política democrática, preparando el escenario para que surjan demagogos y surjan una marea de descontento popular.

Islandia procedió de otra manera y este país de 330,000 habitantes, ofrece lecciones valiosas sobre la importancia de la rendición de cuentas. Días después del colapso del 97% de su industria bancaria, las autoridades islandesas diseñaron una política integral de responsabilidad, basada en dos objetivos superpuestos: establecer la verdad y castigar a los responsables. Se encargó a una comisión de la verdad independiente que documentara las causas de la crisis, y la recién establecida Oficina del Fiscal Especial se encargó de investigar a fondo y enjuiciar a los responsables de cualquier delito cometido en el período previo a la crisis. Ambos mecanismos han sido notablemente exitosos.

martes, 8 de octubre de 2019

La crisis de gobernanza de los bancos centrales


Lucrezia Reichlin, Project Syndicate

La relación entre autoridad monetaria y gobierno tiene importantes diferencias entre Estados Unidos y la eurozona. En Estados Unidos se da invariablemente una pauta tradicional donde los políticos gobernantes, con la mirada puesta en el ciclo electoral, tienden a favorecer políticas fiscales expansivas y condiciones monetarias más laxas, mientras que la Reserva Federal, recelosa de presiones políticas, se esfuerza en afirmar su independencia. Que la autonomía de la Fed estuviera en duda pondría en riesgo la estabilidad macroeconómica local y (por extensión) mundial.

En la eurozona, la pauta es totalmente opuesta. En general, las autoridades fiscales dudan antes de aplicar medidas de estímulo, incluso en caso de desaceleración económica (como sucede en la actualidad), y el que termina tratando de presionar a los otros para que actúen es el Banco Central Europeo. No hay precedentes históricos de esta inversión de papeles entre gobierno y autoridad monetaria. Se dio como un resultado imprevisto del diseño de la eurozona, y ahora amenaza con plantear un desafío permanente a la estabilidad del bloque.

lunes, 16 de septiembre de 2019

La economía mundial al rojo vivo, hacia una nueva crisis global


Iván Cortés Torres, Rebelión

A pesar de los discursos optimistas promovidos por Donald Trump sobre la aceleración de la economía estadounidense en materia de crecimiento, inversión y empleo, las últimas cifras en materia económica y producción industrial sugieren que EEUU se ha sumado a Europa y Japón en una fuerte desaceleración que se ha manifestado con mayor claridad a partir del segundo trimestre del año. Este hecho ocurre en un contexto donde la “guerra comercial” y “tecnológica” entre los EEUU y China ha escalado un nuevo peldaño y amenaza -como lo señalan diversos especialistas- con desencadenar una recesión global antes de que termine el año.

De acuerdo con datos del JPMorgan, el Índice Global de Gestión de Compras (PMI) registró una caída de 0.6 unidades para el segundo trimestre del año, ubicándose en un valor de 51.2 unidades, lo que representa la tasa de expansión económica más lenta desde julio de 2016 (1). Los datos del PMI son consistentes con la ralentización del PIB mundial para el segundo trimestre del año al ubicarse a un ritmo de crecimiento anual de 1.8% -a precios de mercado-, por debajo del 2.4% registrado en el primer trimestre del año.

El PMI de la actividad manufacturera es el que está registrando la principal caída, al pasar de 49.4 unidades en el mes de junio a 49.3 unidades en el mes de julio -lo cual no se veía desde octubre de 2012- advirtiéndose que por debajo de las 50 unidades se manifiesta como una señal de contracción. Con ello el número de países con un PMI manufacturero, a la baja aumentó a 19 de los 30 países en donde se aplica esta metodología.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Pesadilla en el banco central


Alejandro Nadal, La Jornada

Estas noches de verano los bancos centrales sufren una pesadilla recurrente. Sueñan que estalla un volcán llamado Recesión y que la erupción arrasa con economías enteras. Los flujos piroclásticos destruyen vidas y riqueza sin distingo. Angustiados, los responsables de los bancos centrales despiertan sobresaltados. Por un momento suspiran aliviados, pensando que sólo era una pesadilla. Pero para parafrasear el maravilloso microrrelato de Augusto Monterroso, cuando despiertan el dinosaurio sigue ahí.

No se necesita ser especialista en alta cocina macroeconómica para entender su inquietud. En los tiempos que corren, los nubarrones de una recesión están por todos lados. Y los bancos centrales saben que ya no tienen armas para enfrentarla.

La semana pasada se llevó a cabo la tradicional reunión de Jackson Hole, en Wyoming, Estados Unidos. Es una selecta conferencia organizada por la Reserva Federal de Kansas City, en la que participan funcionarios de bancos centrales, organismos financieros y especialistas en teoría macroeconómica. El tema este año fue el de los desafíos que enfrenta la política monetaria. Es el eufemismo que emplean los banqueros para hablar de sus pesadillas.

jueves, 8 de agosto de 2019

La pesadilla del capitalismo y la inversión de la curva de rendimientos


Alejandro Nadal, La Jornada

La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha desbordado el terreno monetario y las perspectivas desfavorables para la economía mundial se han intensificado. Donald Trump anunció un nuevo arancel sobre importaciones chinas y una semana después Pekín dejó caer su moneda hasta el nivel simbólico de siete renminbi por dólar y se ha convertido (para Washington) en manipulador de su divisa. China también anunció que dejará de importar productos agrícolas de Estados Unidos, medida que afecta directamente a las bases de Trump.

Frente a este conflicto, los signos de alarma se han multiplicado. La señal más importante es la inversión de la llamada curva de rendimientos, uno de los indicadores más interesantes para una economía capitalista.

¿En qué consiste esta famosa curva de rendimientos? Como se sabe, los inversionistas reciben una recompensa por su inversión (digamos, un bono). Esta recompensa está en función de la fecha de vencimiento o de maduración de la inversión. La lógica aquí es que a mayor plazo, mayor rendimiento para compensar por el riesgo. Por ejemplo, si usamos el ejemplo de los bonos de un gobierno, podemos observar que los bonos con vencimiento a 10 años tendrán asociada una mayor recompensa que los de dos años.

lunes, 22 de julio de 2019

La crisis que viene


Henri Wilno, A l'encontre

La crisis es cierta pero no se sabe cuándo estallará. Una de las cuestiones esenciales que surgirán en caso de un colapso financiero es la de si los Estados estarán en posición de limitar las consecuencias.

Los procesos acumulativos con un crecimiento más lento marcan el movimiento de la economía global tanto en los países de la OCDE (América del Norte y Europa) 1/ como en China, mientras que Brasil continúa en crisis y Argentina está en recesión, etc. Solo algunos países en recuperación (como India) están creciendo por el momento, sin muchos problemas (aparte de las desigualdades y los daños ambientales). La sobreproducción es evidente en la industria del hierro y el acero y el crecimiento del mercado automotriz mundial será casi nulo en 2019.

Aunque las tasas de beneficio no muestran una tendencia visible a caer en picado, no parecen haber regresado a su nivel de 2007. Sin embargo, los salarios se están estancando (a excepción de las categorías más altas y en sectores concretos) en las economías desarrolladas, incluidas aquellas que tienen bajas tasas de desempleo como Alemania y Estados Unidos -en este último país hay un problema de apreciación del desempleo real: aparte del tiempo parcial de quienes querrían trabajar más, muchas personas adultas han dejado de buscar trabajo y, con ello, han salido de las estadísticas, lo que se refleja en una caída de la tasa de participación en el mercado laboral. Los beneficios realizados por las empresas se han utilizado ampliamente para operaciones de fusión, recompra de acciones y distribuciones de dividendos o se mantienen en inversiones líquidas, mientras que la inversión privada sigue siendo limitada. La inversión pública está limitada por las políticas de austeridad.

sábado, 6 de julio de 2019

El fin del capitalismo, ¿más cerca de lo que parece?


Francisco José Bustos Serrano, El Captor

En su libro “El capitalismo. El gato de siete vidas el profesor Ramón Tamames nos previene de aquellos que auguran el fin del capitalismo. Haciendo un repaso histórico del capitalismo, describe como éste ha sobrevivido a distintas crisis gracias a tener una gran capacidad de adaptación.

Sin embargo, si hacemos una lectura de lo acontecido en los últimos veinte años, podemos llegar a una conclusión diferente. Analizando lo ocurrido se puede concluir que el fin del capitalismo como lo conocemos está más cercano de lo que parece.

El punto débil del capitalismo es lo que se puede llamar el “exceso de capital”. Este se da cuando los ahorros generados por una economía son mayores que las oportunidades de inversión. Es decir, cuando se genera un capital que no sirve para fomentar el crecimiento de la economía, sino que es pernicioso para la misma.

Esta circunstancia se da después de etapas de gran crecimiento económico, cuando se genera el capital, y en momentos de estancamiento de este crecimiento, pues es cuando las oportunidades de inversión disminuyen.

martes, 18 de junio de 2019

Nouriel Roubini: Cada vez hay más riesgo de recesión y crisis en 2020


En todas las economías avanzadas, los responsables de las políticas monetarias y fiscales carecen de las herramientas necesarias para responder a otra crisis importante y una crisis financiera. Peor aún, mientras que el mundo ya no tiene que preocuparse por el estrangulamiento del crecimiento de la Reserva Federal de los EEUU, Ahora tiene un problema aún mayor en sus manos.

La guerra comercial con China y otros países, sumadas a restricciones a la inmigración, a la inversión extranjera directa y a la transferencia tecnológica, pueden tener profundas repercusiones sobre las cadenas globales de suministro globales, con amenaza de estanflación (desaceleración del crecimiento a la par de un aumento de la inflación).

A esto se suman riesgos relacionados con la aparición de nuevas formas de deuda (lo que incluye a muchos mercados emergentes, que tienen buena parte de sus deudas en moneda extranjera). Como la capacidad de los bancos centrales para actuar como prestamistas de última instancia está cada vez más reducida, la iliquidez de los mercados financieros los hace vulnerables a derrumbes repentinos y otras disrupciones: una sería que el presidente estadounidense Donald Trump ceda a la tentación de crear una crisis de política exterior (una “cortina de humo”) con algún país, por ejemplo Irán. Aunque eso tal vez refuerce sus índices de aprobación locales, también puede provocar una crisis petrolera.

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miércoles, 3 de abril de 2019

Economía europea en su mayor estancamiento en 7 años


La economía europea está oficialmente estancada. Con los datos del trimestre en mano, la UE ha reducido su expectativa de crecimiento al 1,1%. Era evidente que el estado de la crisis va mucho más allá de la ralentización que advertía el FMI. Porque esta recesión que se apunta en Alemania, Francia e Italia es todo menos local y coyuntural. Los datos de la producción industrial están dando los peores resultados mundiales en 7 años. Y esta vez la inquietud se ha extendido a los bancos centrales. Desde 1973 los bancos centrales no compraban tanto oro. Incluso China ha tratado de ponerse a cubierto de futuras guerras de divisas con la masiva compra de oro.

La clave de la desaceleración actual está en la caída de las exportaciones. No es solo Alemania o China. En España o Portugal es exactamente igual. La ausencia de nuevos mercados y el angostamiento de los existentes no pueden sino traducirse en caídas de la producción. Viene, indefectiblemente un repunte del desempleo. Pero además, el mecanismo del crédito ha colapsado y los bancos centrales se han quedado sin municiones. En China, la deuda acumulada es ya 3 veces el PIB. En Alemania, la idea de que los bancos autocondonen la deuda de los estados y las empresas empieza a tomar fuerza y a discutirse abiertamente. La imposibilidad de subir los tipos durante la supuesta bonanza ha colocado al euro frente a cuestiones existenciales y, de repente, todas las cuestiones que hasta hace poco se consideraban heréticas, son ahora legítimas.

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